Imperio Carolingio (VIII a IX)
caballeros
Hacia el siglo VIII la situación política europea se había estabilizado. En occidente algunos reinos aseguraban relativa estabilidad a varias regiones: Northumbria a Inglaterra, Visigotia a España, Lombardía a Italia y el Reino Franco a la Galia.
El imperio Carolingio surge de las bases creadas por los predecesores de Carlomagno desde principios del siglo VIII (Carlos Martel y Pipino el Breve). La aspiración de Carlos era reconstruir la extensión del Imperio Romano Occidental, siendo la primera entidad política de la edad media que estuvo en condiciones de convertirse en potencia continental. Su capital era Aquisgrán.
Como resultado de la estrecha relación entre la dinastía carolingia y el pontificado, el papa León III reconoció las pretensiones imperiales de Carlomagno y lo coronó en el año 800.
Se crearon marcas para fijar las fronteras de los enemigos exteriores. El territorio interior fue organizado en condados y ducados. Los funcionarios que los dirigían eran vigilados por inspectores temporales.
La consignación de las tierras junto con los cargos, pretendía sobre todo el mantenimiento de la costosa caballería pesada, gran fuerte del ejército del imperio.
Comenzó a visualizarse una red piramidal de fidelidades que es origen del vasallaje feudal.
Carlomagno negoció de igual a igual con el Imperio Bizantino, el Emirato de Córdoba y el Califato Abatida. Impulsó un notable programa artístico y pretendió rodearse de una corte de sabios e iniciar un programa educativo. Para eso llamó a la intelectualidad de su tiempo a sus dominios, dando impulso, con la colaboración de Alcuino de Cork, el llamado Renacimiento carolingio.
División y hundimiento
Tras la muerte de Carlomagno en 814, toma el poder su hijo Ludovico Pío. Los hijos de éste se enfrentaron militarmente disputándose los diferentes territorios del imperio. Más allá de las alianzas aristócratas, manifestaban distintas personalidades, tenían un idioma, costumbres, tradiciones e instituciones propias.
El tratado de Verdún (843) pretendió disolver el imperio carolingio, y dividirlo entre los hijos de Ludovico Pío, aunque su objetivo se cumplió a medias.
La división, sumada al proceso institucional de descentralización inherente al sistema feudal, en ausencia de fuertes poderes centrales, y al debilitamiento preexistente de las estructuras sociales y económicas hizo que la siguiente oleada de invasiones bárbaras (magiares y vikingos), sumieran a Europa nuevamente en una edad oscura.
El sistema feudal
El fracaso del proyecto político centralizador de Carlomagno, llevó en ausencia de ese contrapeso, a la formación de un nuevo sistema político, económico y social, que recibe el nombre de feudalismo.
Se suele hablar de un “primer feudalismo” o “feudalismo carolingio” desde el siglo VIII al año 1000, y un feudalismo clásico, del 1000 al 1240.
Dos instituciones eran clave en el feudalismo:
•El vasallaje: era la relación jurídico-política entre el señor y el vasallo, consistente en apoyos y fidelidades mutuas. Se llevaba a cabo entre dos nobles de distinta categoría. Mediante una ceremonia, el más poderoso se convertía en el señor y el menos poderoso se convertía en el vasallo, y recibía sus correspondientes tierras.
•El feudo: era una unidad económica y de relaciones sociales de producción entre el señor del feudo y sus siervos. No era un contrato igualitario sino que el señor feudal otorgaba protección a cambio del trabajo y protección de los campesinos.
Otros elementos claves del sistema feudal:
•Homenaje e investidura: dos puntos del proceso por el cual, un señor concedía un feudo a un vasallo, por sus honores y logros, generalmente militares.
•Organización del feudo, la encomienda: rara vez se hacía una ceremonia o se escribía un documento para hacer constar de la relación de servidumbre del campesino frente al señor. Este tenía la obligación de defender a sus siervos y aplicar justicia, y a su vez debía correspondérsele labrando la tierra y pagando los correspondientes impuestos.
Estamentos feudales
Los tres estamentos del feudalismo eran los bellatores, oratores y laboratores. Los que guerrean, los que oran y los que trabajan. Los dos primeros son privilegiados, es decir que no se les aplica la ley común, tienen un fuero propio, distinto de los no privilegiados.
No eran estamentos cerrados, ya que el ascenso social existía, y era debido al mérito.
•Los bellatores, o guerreros: su función era la defensa, la protección física contra las amenazas exteriores, las agresiones y las injusticias. Estaba organizada piramidalmente empezando por el emperador, pasando por los reyes y siguiendo hasta el último escudero.
Suelen clasificarse sin embargo, en alta y baja nobleza. La primera (marqueses, condes y duques) poseía feudos del tamaño de regiones o provincias, y la segunda (caballeros, barones) poseían pequeñas comarcas o municipios, o a menudo ningún territorio y vivían en el castillo del señor al que servían.

Fue una estrategia común que los hijos segundones ingresaran al clero para no interferir con el pasaje de herencia de sus hermanos primogénitos, y además eran bien mantenidos gracias a las donaciones y dotes.
Los nobles eran privilegiados por la Iglesia, pero el Papa tenía el poder para desligar a algún vasallo de su servidumbre y fundar un nuevo reino dependiente del papado.
•Los laboratores o trabajadores: los más numerosos, encargados del mantenimiento del cuerpo, considerada la función más baja. Podían ser campesinos o artesanos. Estos últimos podían encontrarse tanto en aldeas campesinas como en pequeñas ciudades. La excepción eran los maestros de obras o arquitectos, que eran nómadas.
Fuera de esta organización podían encontrarse: zonas sin dependencia, que solían progresar más rápido, caballeros villanos, que se mantenían y defendían a sí mismos, y behetrías, que contaban con el poder de designar a su propio señor y cambiar si era necesario.
El sistema feudal era a pesar de todo, estable, donde cada quien tenía su lugar.
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